Daniel Tammet, un autista savant que ha tenido la suerte de tener un grado de autismo menor que le ha permitido tener una vida social relativamente normal, como por ejemplo, tener una vida de pareja o escribir este libro.
Esta forma de autismo llamado síndrome de Asperger se debe a un menor desarrollo de uno de los hemisferios cerebrales a favor de un mayor desarrollo del otro hemisferio. Esto hace que los afectados por dicho síndrome tengan por un lado serias dificultades (relación social, comunicación, autosuficiencia) pero por otro lado cualidades anormales.
En el libro cuenta las dificultades de relación social que tuvo durante su infancia y su adolescencia, pero lo que más me ha fascinado es su lucha por socializarse y por ser querido.
Cuenta alguna de sus proezas mentales como haber memorizado 22.500 cifras del número Pi o aprender el idioma islandés en una semana. Lo que le dio mucha difusión mediática.
El riesgo de la mediatización de este tipo de casos es la propensión a la atracción de circo.
El autista savant más conocido es Kim Peek, que inspiró la película Rainman, protagonizada por Dustin Hoffman. Él y su padre todavía van por medio mundo dando conferencias donde la gente hace las preguntas (historia, fechas, datos,..) para quedarse maravillados escuchando las siempre correctas respuestas de Peek.
En estos actos, por un lado son como las sesiones de magos o prestidigitadores donde la gente va a ser sorprendida con estas ‘curiosidades de la naturaleza’ y me transmite la misma tristeza que payasos tristes. Por otro lado reconozco que es de las pocas maneras (y en todo caso la más efectiva) de dar a conocer una enfermedad, el autismo (o al menos un tipo concreto de autismo), concienciar a la población, recaudar fondos. Al mismo tiempo ayuda a estas personas a enfrontarse con actos sociales y a socializarse.
Hace años leí la autobiografía de Isaac Asimov. En él vi muchos de los rasgos que describe Tammet. Tammet fue un escritor compulsivo en su adolescencia; Asimov lo fue durante toda su vida. En su autobiografía, Asimov cuenta sus largos días mecanografiando y su increíble velocidad dactilográfica. Asimov fue considerado un niño prodigio, con una memoria fuera de lo común, lo que le permitió ser un conferenciante y divulgador científico en (casi) todos los campos. Escribió incluso libros de historia de los EE.UU., país que por cierto, jamás abandonó. Como si, como los autistas, tuviera una necesidad de control y previsibilidad y una fobia a lo desconocido o incontrolable. Su afán de conocimiento era enorme, sólo superado por su afán de narrar historias: él contaba que su famosa serie de ‘La Fundación’ fue escrita por que sus ganas de explicar una historia universal le hicieron desistir de documentarse sobre la Historia Universal (con mayúsculas) y prefirió inventársela. De entre sus libros, os recomiendo ‘El Fin de la Eternidad’ (escrito en 1955 pero más ameno e imaginativo que muchos otros libros de SF actuales).